En lo alto de un encantador pueblo de montaña, emerge una magnífica residencia de diseño orgánico, inmersa en un impresionante paisaje y embellecida con abundante madera y materiales naturales. Ubicada a 1600 metros sobre el nivel del mar en el distrito de Laks, en Daguestán, este lugar excepcionalmente hermoso está rodeado de majestuosas cadenas montañosas, cubiertas de un musgo verde que se asemeja al terciopelo, y habitadas por manadas de caballos que pacen bajo un cielo azul resplandeciente.

Esta villa pertenece a un empresario y filántropo cuyos recuerdos más cálidos de la infancia están ligados a la región, específicamente al pueblo de Kurkli, donde pasó parte de su juventud con sus abuelos. La casa original, construida en 2006, resultó ser poco práctica para vivir, lo que llevó al propietario a invitar a la diseñadora de interiores Ksenia Breivo para una renovación integral, además de modernizar las estructuras circundantes.

En la planta baja, Ksenia diseñó un área común multifuncional que incluye un salón de recepción, lounge, biblioteca, sala de música con bar y comedor, todos conectados de manera fluida y espaciosa. Desde el comedor, las ventanas panorámicas ofrecen una vista impresionante del paisaje montañoso, rediseñadas cuidadosamente por la interiorista. El salón está equipado con sofás móviles para adaptarse a diferentes configuraciones y acomodar a numerosos invitados, creando un ambiente acogedor para las veladas musicales y las comidas animadas que suelen tener lugar en esta casa.

En el segundo piso se encuentra la zona privada, con los dormitorios de los propietarios, incluyendo un espacioso dormitorio principal con chimenea y espacio para desayunar, así como un lujoso baño con tocador. Para este espacio, Ksenia aprovechó las grandes terrazas abiertas sin uso, cubriéndolas parcialmente con tejados, inspirándose en la arquitectura local y en la naturaleza circundante.

La influencia de la naturaleza y el clima local se refleja en la elección de materiales de construcción y decoración, que incluyen arenisca de Daguestán, madera de nogal, roble y albaricoque, cerámica, junco, piel de oveja y sisal, todos de origen local. La diseñadora combinó técnicas tradicionales con modernas, como el microcemento, para lograr un acabado que imita la piedra natural, y empleó una pintura especial aplicada por un artesano según un método secreto, que bautizó como «kurkli», en honor al paisaje circundante.

Ksenia diseñó la mayoría de los muebles y lámparas de la casa, añadiendo toques étnicos de manera sutil y moderna, en sintonía con el hogar lak, minimalista y con un código cultural único. Con un enfoque en la sostenibilidad, la diseñadora experimenta con materiales ecológicos en su taller, creyendo que el respeto por el entorno es fundamental para vivir en armonía con la naturaleza. Con este proyecto, Ksenia buscaba no solo integrar el diseño interior con el entorno, sino también permitir a los habitantes experimentar y apreciar la excepcional belleza natural de la región.