Casa con Techo de Madera Interior

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Un refugio minimalista en el corazón del bosque

En medio del silencio y la majestuosidad de un bosque, hemos encontrado una joya arquitectónica: una casa minimalista que invita a la desconexión y al reencuentro con la naturaleza. Diseñada con madera y hormigón como elementos principales, la vivienda se mimetiza con el entorno como si siempre hubiera sido parte de él. A través de enormes ventanales, el bosque de abetos y el imponente acantilado cercano parecen fundirse con el interior, creando una experiencia que difumina los límites entre lo construido y lo natural.

Ubicada en el estrecho de Puget, al noroeste de Estados Unidos, esta casa redefine el concepto de habitabilidad. La región, conocida por su geografía compleja y espectacular, alberga un mosaico de islas, costas rocosas y bahías interconectadas. Este ecosistema único, a pesar de los años de intervención humana, conserva su esencia salvaje y prístina, sirviendo como refugio para una rica diversidad de fauna marina y terrestre.

Desde la primera impresión, esta casa minimalista logra cautivar. Diseñada por el estudio mwworks, combina la elegancia del diseño contemporáneo con el respeto absoluto por el entorno. Más que una vivienda, es un testimonio del diálogo armonioso entre la arquitectura y el paisaje.


Un paisaje moldeado por la naturaleza y la historia

El estrecho de Puget es mucho más que un simple enclave geográfico; es un ecosistema vibrante y diverso. Las aguas saladas de las bahías se mezclan con los ríos de agua dulce, creando estuarios ricos en nutrientes. Este hábitat es el hogar de numerosas especies de peces, aves y mamíferos marinos, como focas y orcas. La belleza natural del lugar está enmarcada por densos bosques de coníferas que cubren las islas y las costas, ofreciendo un contraste impresionante con los cielos grises y las aguas azules.

Sin embargo, esta región no ha estado exenta de transformaciones. Durante décadas, ha sido un lugar de asentamientos humanos que han dejado su huella en el paisaje. Pequeñas comunidades, casas de campo y estructuras industriales han aparecido y desaparecido con el tiempo, siempre en tensión con el entorno natural. A pesar de ello, el estrecho sigue siendo uno de los rincones más vírgenes de América del Norte.

En este contexto histórico y natural se encuentra la vivienda conocida como Longbranch. Originalmente, fue una sencilla casa de campo, rodeada de frondosos bosques y con vistas a la costa. Con los años, pasó de ser un refugio rural a una vivienda minimalista que redefine la forma de habitar el espacio en conexión con la naturaleza. La transformación ha sido impulsada por un profundo respeto por el entorno y el deseo de los nuevos propietarios de preservar la esencia del lugar.


Una renovación que respeta la magia del entorno

Cuando los nuevos propietarios adquirieron la casa, tenían en mente un proyecto que fuera más allá de lo convencional. Deseaban crear un espacio donde convivir con sus perros de acogida y donde también pudieran recibir a familiares y amigos. Buscaban algo más que funcionalidad: querían que el diseño respetara la historia de la propiedad y potenciara la conexión con el entorno natural.

El estudio mwworks asumió este reto con maestría. El diseño final gira en torno a dos imponentes abetos que se convirtieron en el eje central del proyecto. Estas especies, guardianas del lugar durante décadas, no solo permanecen intactas, sino que su presencia define la estructura y disposición de la casa. La entrada principal está diseñada para integrar el paisaje circundante con la arquitectura, permitiendo que el bosque parezca una extensión natural del interior.


Materiales auténticos y una estética minimalista

La esencia de la casa reside en la selección de materiales. Cada elemento fue elegido cuidadosamente para garantizar una conexión orgánica con el entorno. La madera de abeto Douglas local se utiliza tanto en los pilares como en las vigas, añadiendo calidez al diseño. Por otro lado, el hormigón, personalizado para esta construcción, aporta robustez y durabilidad, mientras que el cedro teñido reviste las paredes con un acabado natural que se funde con los tonos del bosque.

El diseño interior sigue la misma filosofía. Las estancias son amplias, con techos altos y grandes ventanales que permiten que la luz natural bañe cada rincón. Los muebles, textiles y demás elementos decorativos están teñidos de tonos neutros y terrosos, reflejando la paleta de colores del exterior. La simplicidad domina cada espacio, dejando que el verdadero protagonista sea el paisaje que rodea la casa.

La disposición de los espacios también fue diseñada con un propósito claro. La casa se divide en dos zonas principales: una social, abierta hacia el acantilado y las vistas al océano, y otra más privada, donde se encuentran los dormitorios y los baños. Este contraste entre lo abierto y lo íntimo permite disfrutar de la amplitud del paisaje sin sacrificar la privacidad y el confort.


El poder de las vistas

Las vistas al bosque y a los estuarios se convierten en una extensión del interior. Desde cualquier estancia, es posible observar el entorno natural en su estado puro. Este diseño busca no solo ofrecer comodidad, sino también crear una experiencia sensorial única. Incluso el baño principal, con una ducha diseñada para disfrutar de las vistas, refleja esta intención.

Las cristaleras, que recorren gran parte de la vivienda, no son solo un recurso estético. También actúan como un marco para la naturaleza, permitiendo que los habitantes de la casa se sientan siempre conectados con el exterior. La presencia de puertas en casi todas las estancias facilita el acceso directo al bosque, eliminando cualquier barrera entre el interior y el exterior.


Un espacio en constante diálogo con el entorno

Uno de los aspectos más sorprendentes del proyecto es la integración total entre la casa y el terreno. Los postes y vigas de madera se entrelazan cuidadosamente con las raíces de los árboles, creando una simbiosis perfecta. La vivienda no compite con el paisaje, sino que parece surgir de él.

El terreno circundante también fue transformado como parte del proyecto. Donde antes había estructuras de refugio y una pista de tenis, ahora hay césped ondulado y flores silvestres. Cada árbol existente fue conservado, asegurando que el bosque siga siendo el protagonista. Esta atención al detalle no solo mejora la estética del lugar, sino que también refuerza el compromiso de los propietarios con la sostenibilidad y la conservación del medio ambiente.


Un refugio para el alma

Más allá de su diseño y funcionalidad, la casa minimalista de Longbranch es un refugio para el alma. Es un lugar donde el tiempo parece detenerse, donde cada rincón invita a la contemplación y al descanso. La serenidad que se respira en el entorno se refleja en el interior, creando un equilibrio perfecto entre el hombre y la naturaleza.

Las amplias estancias, diseñadas para fomentar la comodidad, están pensadas para disfrutar tanto de momentos de soledad como de encuentros con seres queridos. En el salón principal, una chimenea aporta calidez durante los meses más fríos, mientras que el porche con vistas al acantilado es el lugar ideal para disfrutar de los atardeceres en verano.


Un legado para el futuro

El proyecto de mwworks no solo ha transformado una antigua casa de campo en una vivienda moderna y minimalista, sino que también ha dejado un legado para las futuras generaciones. La integración de la arquitectura con el entorno natural, el uso de materiales locales y sostenibles, y el respeto por la historia del lugar son ejemplos de cómo la arquitectura puede ser un agente de cambio positivo.

En Longbranch, la naturaleza no es solo un telón de fondo, sino el protagonista absoluto. Cada elemento de diseño, desde la orientación de las estancias hasta la selección de materiales, ha sido concebido para resaltar la belleza del entorno y minimizar el impacto humano.


En esta casa minimalista, ubicada en el corazón del bosque, la conexión con la naturaleza no es un concepto abstracto, sino una realidad palpable. Aquí, la vida se vive al ritmo de los árboles, el viento y el océano. Es un recordatorio de que, incluso en un mundo cada vez más urbanizado, es posible encontrar espacios donde el ser humano y la naturaleza coexistan en perfecta armonía.