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Un refugio familiar en la montaña: la transformación de un chalé alpino

La interiorista Anna Pavlova ha llevado a cabo una espectacular reforma en un chalé de casi 300 metros cuadrados en plena montaña, convirtiéndolo en el refugio ideal para su familia numerosa. Para ella, la madera es el alma de esta vivienda, y ha sabido reinterpretar la clásica cabaña alpina con un diseño cálido y acogedor, donde los materiales naturales, los detalles personales y una distribución pensada para el confort conviven en perfecta armonía.

Este hogar es mucho más que una simple residencia vacacional: es el resultado de una historia familiar marcada por su amor por la montaña. Durante años, Anna, su esposo y sus hijos pasaron los inviernos en Saint-Gervais-les-Bains, un pintoresco pueblo en los Alpes franceses. Allí disfrutaban de la temporada de esquí junto a amigos y seres queridos, hasta que finalmente decidieron dar un paso más y adquirir su propia casa en la zona. «Pasamos mucho tiempo buscando una vivienda que cumpliera con nuestras expectativas. Finalmente, encontramos este sólido chalé construido en los años 90 por un carnicero local para su familia. Nos encantó su ubicación: lo suficientemente apartado como para ofrecer tranquilidad, pero a la vez a solo 20 minutos a pie del centro del pueblo», explica Anna.

Sin embargo, la vivienda presentaba algunos desafíos estructurales que había que abordar para convertirla en un hogar funcional y acogedor. Su anterior propietario, al haber sido carnicero, había dejado una impronta peculiar en la distribución de la casa. En el sótano existía un gran ahumador, con una chimenea que recorría toda la estructura, ocupando un espacio considerable. Además, la cocina estaba equipada con dos enormes hornos industriales, más adecuados para un negocio gastronómico que para una residencia familiar. La distribución original contaba con un dormitorio principal con baño en suite y tres dormitorios más pequeños para huéspedes, que compartían un único baño con ducha, lo que resultaba poco práctico para una familia numerosa como la de Anna.

Con un hijo universitario y una hija adulta que ya tenía su propia familia y un niño pequeño, Anna necesitaba adaptar los espacios para que todos se sintieran cómodos en sus estancias. «Nuestra familia es muy activa. Nos encanta esquiar, hacer snowboard, salir a caminar por la montaña y reunirnos con amigos. Para nosotros era esencial que la casa se adaptara a nuestro estilo de vida y que cada persona encontrara su propio rincón de confort», comenta. Además, tenía claro que quería mantener la esencia rústica y tradicional de los chalés alpinos, pero con una interpretación más moderna, con espacios diáfanos, una distribución más fluida y mucha luz natural. El resultado debía reflejar tanto la calidez de un refugio de montaña como la elegancia contemporánea.

Una renovación pensada para el confort y la funcionalidad

Con 290 metros cuadrados distribuidos en tres plantas, la casa fue sometida a una profunda renovación para optimizar cada espacio y mejorar su distribución. La planta principal, que originalmente tenía una compartimentación más rígida, se abrió para crear una zona de estar amplia y fluida. Al entrar, se encuentra un vestíbulo con armarios empotrados, diseñado para almacenar cómodamente la ropa y el equipo de esquí de toda la familia. A continuación, un espacioso recibidor con una elegante escalera de madera conduce a los pisos superiores. También en esta planta, se añadió un aseo de invitados para mayor comodidad.

Las puertas acristaladas del salón permiten la entrada de luz natural y ofrecen acceso a una gran estancia de concepto abierto, que integra el salón con chimenea, el comedor y una cocina completamente renovada con una isla central y acabados en madera clara y piedra natural. Esta distribución no solo permite una mayor fluidez en los espacios, sino que también crea una sensación de amplitud y luminosidad. La chimenea se ha convertido en el corazón del hogar, un lugar donde la familia se reúne en las frías tardes de invierno para compartir historias y momentos especiales.

En el segundo piso, al que se accede a través de una cálida escalera de madera, se encuentran tres dormitorios con baños privados, además de una acogedora sala de estar y un amplio espacio de almacenamiento bajo el tejado. El dormitorio de la hija destaca por su vestidor y su baño privado, inteligentemente diseñados para aprovechar la inclinación del techo. El dormitorio del hijo, por su parte, cuenta con una cama doble convertible en dos individuales, ideal para recibir a sus amigos durante la temporada de esquí.

Uno de los cambios más significativos en la distribución fue la transformación del antiguo conducto del ahumador en un baño de invitados, lo que permitió mejorar la funcionalidad del hogar. Además, gracias a la altura del techo en el recibidor, se pudo añadir un altillo, pensado como un espacio versátil: una zona de juegos para los más pequeños o una opción extra para alojar a más invitados. Esta solución permitió aprovechar mejor los metros disponibles sin alterar la estructura de la casa.

Diseño artesanal y detalles con historia

Uno de los aspectos más especiales de este proyecto es que gran parte del mobiliario fue diseñado por la propia Anna y fabricado a medida por artesanos locales. Desde las ventanas y puertas de doble acristalamiento hasta las escaleras y armarios empotrados, cada pieza ha sido cuidadosamente seleccionada para mantener la armonía estética y la funcionalidad del espacio.

Pero más allá del mobiliario a medida, Anna ha querido llenar su hogar de elementos decorativos que cuentan historias. En cada rincón se pueden encontrar piezas con un significado especial: colchas francesas bordadas a mano, cestas tejidas artesanalmente, zapatillas tradicionales traídas de Buriatia y antiguos esquíes siberianos con piel de reno en la base, que además de ser decorativos, son auténticas reliquias utilizadas para deslizarse sobre la nieve profunda.

«Uno de los mayores logros de esta reforma ha sido poder incorporar las obras de mi familia. Mis padres, mi hermana y su esposo son artistas profesionales, y muchas de sus creaciones ahora adornan las paredes de nuestro chalé», cuenta Anna con orgullo. Para ella, cada cuadro, cada escultura y cada detalle artístico aportan personalidad y convierten la casa en un verdadero reflejo de su historia y sus raíces.

Gracias a esta meticulosa transformación, el chalé Perce-Neige se ha convertido en mucho más que una simple casa de vacaciones. Es un refugio en el que la familia puede desconectar de la rutina, disfrutar de la naturaleza en cualquier época del año y crear recuerdos inolvidables. Ya sea explorando los lagos alpinos en verano, disfrutando de las primeras nevadas del invierno o reuniéndose junto al fuego en una tarde fría, este hogar es el escenario perfecto para vivir momentos únicos.