Edificio de Madera
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Terrazas para la vida: el edificio de madera más alto de Cataluña que reinventa la vivienda social
En el corazón del barrio de Verneda i la Pau, en Barcelona, se alza un proyecto arquitectónico que está llamado a marcar un antes y un después en la forma de concebir la vivienda social en España. Diseñado por el estudio Urbanitree, Terrazas para la vida no solo destaca por su estética limpia y su planteamiento social, sino por un hito técnico: es el edificio de madera más alto de Cataluña. Con ocho plantas de altura y estructura completamente levantada en madera laminada cruzada (CLT), este edificio pionero demuestra que el futuro de nuestras ciudades puede ser sostenible, modular, humano… y construido en madera.
Un nuevo paradigma en vivienda social
El proyecto surge en el marco de un concurso convocado por el Ayuntamiento de Barcelona durante la pandemia de 2020, en pleno auge de la crisis habitacional y climática. El reto: desarrollar un edificio rápido de construir, ecológico, saludable, y adaptable a los nuevos modelos de vida postpandémicos. Urbanitree respondió con un diseño que combina innovación tecnológica, compromiso medioambiental y enfoque comunitario.
El resultado: 40 viviendas sociales organizadas en un bloque de ocho alturas, con estructura prefabricada en madera CLT, grandes terrazas privadas, ventilación cruzada, un invernadero vertical, espacios comunes, un patio central de encuentro vecinal, un FabLab y un casal de barrio. Todo en un solo volumen compacto y eficiente.
La madera como protagonista estructural y simbólica
Una de las claves del proyecto es su sistema constructivo. En lugar de hormigón o acero, se optó por paneles de madera CLT, un material compuesto por capas de madera maciza encoladas de forma cruzada. Esta técnica permite una resistencia estructural altísima, ideal para construir en vertical.
Pero la madera no es solo un elemento técnico. Es también una declaración de principios. A diferencia de lo que nos enseñaron los cuentos infantiles —construcciones frágiles, vencidas por el lobo—, el edificio de madera de Urbanitree es robusto, resiliente y contemporáneo. Como dice su cofundador Daniel Ibáñez: “Nos contaron mal el cuento de los tres cerditos. La madera es más ecológica, más precisa, más industrializable y más humana”.
Entre sus ventajas destacan:
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Material renovable y de origen natural.
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Gran capacidad de aislamiento térmico y acústico.
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Reducción del CO₂: almacena carbono en lugar de emitirlo.
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Menor contaminación durante la obra.
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Velocidad de montaje (hasta un 30% más rápido que el hormigón).
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Flexibilidad para adaptarse a entornos urbanos complejos.
En este caso, el uso de CLT permitió levantar el edificio en tiempos récord, con muy bajo impacto ambiental y precisión milimétrica en cada panel, lo que también redujo errores y costes posteriores.
Arquitectura postpandemia: luz, aire y exterior
“Terrazas para la vida” es también un manifiesto construido sobre las lecciones que nos dejó el confinamiento. La falta de acceso a espacios exteriores, la escasa ventilación, la dependencia de sistemas artificiales de climatización o la imposibilidad de socializar fueron factores que motivaron un cambio de paradigma en el diseño de vivienda.
Cada una de las 40 unidades cuenta con una terraza generosa que funciona como una estancia más del hogar: permite jardinería, descanso, juego infantil o comidas al aire libre. Además, el edificio está diseñado para que todas las viviendas tengan doble orientación, lo que asegura ventilación cruzada y gran entrada de luz natural.
Este enfoque se completa con un patio central, alrededor del cual se organizan las circulaciones. Este patio no solo aporta luz y aire a las viviendas, sino que se convierte en un espacio comunitario donde los vecinos pueden encontrarse, conversar o simplemente disfrutar de un entorno compartido.
Espacios modulares: vivienda flexible, habitar inteligente
Otro de los puntos fuertes del proyecto es su modularidad. Cada vivienda se organiza en cinco módulos funcionales. Su uso básico se distribuye así:
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Dos módulos: dormitorios.
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Dos módulos: salón-comedor-cocina.
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Un módulo: vestíbulo y baño.
Sin embargo, estos módulos son adaptables: pueden redistribuirse según las necesidades de cada familia, modificarse en el tiempo o incluso reformularse según cambios demográficos o personales. Este modelo de vivienda flexible y racionalizada permite optimizar cada metro cuadrado sin sacrificar calidad de vida ni diseño.
Un edificio que produce alimentos y energía
El edificio de madera no solo consume menos energía, sino que produce parte de ella. En la azotea se ha instalado un invernadero vertical con bandejas de cultivo hidropónico, riego centralizado e iluminación LED. Este invernadero es capaz de abastecer a los vecinos con hortalizas frescas, pero también de generar energía gracias a sus paneles fotovoltaicos semitransparentes.
A través de un sistema de gestión comunitario, los residentes participarán en el mantenimiento del huerto y la distribución de la cosecha. El objetivo: fomentar la autosuficiencia alimentaria, crear vínculos entre vecinos y reducir la dependencia energética del edificio.
Además, en la planta baja se integrará un equipamiento público municipal que gestionará estas iniciativas junto a los residentes. Todo el diseño gira en torno al concepto de autogestión responsable, participación ciudadana y economía circular.
FabLab, casal de barrio y taller de madera
La planta baja del edificio albergará un FabLab (Ateneo de Fabricación Digital) con maquinaria como impresoras 3D, cortadoras láser y fresadoras CNC. Estos dispositivos estarán a disposición de los residentes para fomentar la creatividad, la formación y el emprendimiento.
También se integrará un casal de barrio, un espacio de encuentro social y cultural abierto a todo el vecindario. Además, se proyecta un taller de producción de madera, vinculado tanto a la fabricación de elementos del propio edificio como a actividades de formación y mantenimiento.
Una envolvente verde y bioclimática
El edificio está orientado para maximizar la captación solar en invierno y reducir la ganancia térmica en verano. La fachada principal incorpora elementos móviles de sombreado, mientras que la cubierta vegetal actúa como aislante natural.
Las fachadas están pensadas para incorporar vegetación trepadora que creará un efecto de «segunda piel», protegiendo del sol y mejorando el confort térmico. Estos recursos bioclimáticos permiten prescindir de sistemas de aire acondicionado en la mayoría de viviendas, reduciendo así el consumo energético.
El uso de sistemas pasivos, como la ventilación cruzada, la inercia térmica de la madera y la orientación inteligente, permite que este edificio de madera alcance niveles de eficiencia energética que se acercan al estándar Passivhaus.
Comparativas internacionales: Barcelona, a la altura
En Europa, países como Noruega, Suecia o Austria lideran la carrera por la construcción en madera. En Noruega se encuentra Mjøstårnet, el rascacielos de madera más alto del mundo con 18 plantas. En París, la apuesta por distritos de madera es una realidad. Y en Alemania o Países Bajos, la construcción modular en CLT es ya una práctica común.
Con “Terrazas para la vida”, Barcelona se suma a este movimiento. Aunque el edificio no es el más alto del continente, sí marca un punto de inflexión para España en el uso masivo de la madera en vivienda social. Además, demuestra que un edificio de madera puede ser tecnológico, económico, urbano y replicable.
Impacto social y testimonios vecinales
Desde su inauguración, los vecinos se muestran satisfechos con sus nuevos hogares. Las terrazas se han llenado de plantas, los espacios comunes se usan a diario y las familias han comenzado a apropiarse del edificio, decorándolo, personalizándolo y activándolo.
Muchos destacan la calidad del aire interior, el confort térmico sin necesidad de aire acondicionado, la calidez de la madera y la tranquilidad que proporciona un aislamiento acústico natural. Otros celebran la posibilidad de cultivar en la azotea, usar las impresoras 3D o participar en actividades del casal.
Estos testimonios validan el enfoque de Urbanitree: construir mejor para vivir mejor, sin que el coste sea una barrera. En este sentido, el edificio de madera representa un modelo escalable para futuras promociones públicas en Cataluña y el resto del país.
Hacia una arquitectura del cuidado
“Terrazas para la vida” no es solo un edificio. Es una propuesta de ciudad. Una invitación a repensar cómo vivimos, cómo construimos y cómo nos relacionamos. En un contexto de crisis climática, energética y social, este proyecto señala un camino: viviendas eficientes, humanas, integradas en su entorno y capaces de generar comunidad.
La madera, lejos de ser un material del pasado, se revela aquí como una herramienta del futuro. Su ligereza, versatilidad y bajo impacto ambiental la convierten en un recurso clave para afrontar los retos del urbanismo contemporáneo. Pero no es solo una cuestión técnica: es también una apuesta por una arquitectura más cálida, más honesta y más saludable.
Barcelona ha dado un paso valiente al construir el edificio de madera más alto de Cataluña para vivienda social. Ahora toca replicar, mejorar y consolidar este modelo. Porque si algo nos enseña este proyecto, es que vivir bien no debería ser un lujo, sino un derecho.